Equilibrio postural

El HLF induce un desequilibrio postural que puede verse clínicamente al colocar al paciente en un soporte unipodal. Este desequilibrio da lugar a un desplazamiento de la proyección del centro de gravedad hacia la espalda y el exterior del pie que puede ser objetivado en una plataforma de carga o de paseo, lo que se ha realizado en cientos de pacientes en nuestras evaluaciones pre y postoperatorias (tenólisis del flexor largo).

Equilibrio dinámico y sincronismo con la marcha

Durante el ciclo de la marcha, el pie y el tobillo realizarán movimientos de balanceo alternados de supinación a pronación y de pronación a supinación en momentos específicos del ciclo. La pronación se caracteriza por una inclinación del pie hacia adentro y, a la inversa, la supinación es un movimiento del pie hacia afuera. La transición de una posición a la otra suele ser suave.

Nuestro trabajo de análisis de la marcha ha demostrado que este balanceo observado al final de la fase de apoyo es mucho más abrupto (verdadera ruptura) en presencia de HLF. Las perturbaciones funcionales resultantes conducen a la sobrecarga de todas las articulaciones de la extremidad inferior hasta la columna lumbar, lo que explica tanto las denominadas lesiones por sobrecarga como también favorece los accidentes agudos. Una lesión grave y frecuente, entre otras, relacionada con este fenómeno es el desgarro del ligamento cruzado anterior.

En este capítulo dedicado a las repercusiones locales y distantes del HLF, debe considerarse que el movimiento de caminar es un movimiento sincrónico que posiciona el cuerpo en una determinada actitud cuando se está de pie, alternativamente a la izquierda y a la derecha. El cuerpo pasa por encima del pie en un movimiento similar al de un péndulo invertido. A cada momento del pasaje corresponde un soporte bajo el pie que se mueve hacia atrás y hacia delante hasta la propulsión. En caso de pronación o supinación exagerada, la posición del cuerpo debe adaptarse y tratar de compensar el desequilibrio. Esto no siempre es posible, especialmente para la rodilla, ya que su anatomía no permite la corrección de un trastorno rotatorio. Los músculos se utilizan más, especialmente los músculos biarticulares. Pero aquí también, la situación se complica por una postura corporal que hace que la contracción sea menos efectiva y a menudo retrasa el desencadenamiento de la contracción. En resumen, se trata de un fenómeno complejo que aún debe correlacionarse con la edad, la arquitectura ósea y la condición muscular y morfológica de cada individuo para evaluar su impacto en el funcionamiento y comprender sus repercusiones clínicas. El análisis de la marcha y la evaluación podológica en la cinta de correr son nuestras herramientas de diagnóstico más valiosas.